LOS CONDUMIOS DE DON EXEQUIELLA COCINA DE JAVIER¡¡¡Pasé Agosto Mierda!!!Mis hijos -y obligatoriamente mis nueras- el 31 de agosto me lo celebran desde hace unos años casi como un cumpleaños, ya que ellos saben que si paso se esta fecha, estaré un año más entre ellos, así que, para festejar la ocasión me invitaron a La Cocina de Javier, ambigú que está en una de las calles más pirulas de Santiago, a soslayarme con la comida española y, de paso, conocer a un español que está en el país desde el año 47, y que sabe más garabatos que este sibarita. El se llama Javier Pascual y, aunque su restaurante no necesita ni de publicidad ni de crónicas ya que pasa repleto el año entero, me daré el lujo (asiático) de comentarles mis condumios… por si alguien quiere hacer reservas, ya que aquí no es llegar y entrar (2456317 – 2061329)Esta vez le tocó a mi hijo Rodrigo llevarme al restaurante junto a la Nati. Iban más contentos que yo, ya que con tanto condumio que me había tocado en la semana, mis achuras estaban un poco dañadas y maltrechas. Pero, como era una cena muy especial, ya que agasajaban que este decrépito había pasado agosto, me encantó que no se hubiesen olvidado de “su papito” para festejar la ocasión en el restaurante de Javier Pascual, un inolvidable veterano (un poco más antiguo que yo) que a sus años aún mantiene su merendero a tope, con gentes de todo el mundo que van a gozar sus platos españoles hechos a su estilo.La reserva era para siete personas. Mis nueras, inquisidoras, me preguntaban cuándo seríamos ocho en la mesa, y yo tranquilamente les respondía que mi musa era una costarricense que apenas había conocido la semana pasada… ¿… y su amiguita… esa que le trae tabacos de Europa y puritos de Cuba? Eso es secreto de Estado, les respondí, ya que lo último que supe de ella era que estaba en un crucero por el Mediterráneo tomándose un martíni seco mientras contemplaba las costas de Grecia.Bendita casualidad que una de mis nueras fuera amiga de la hija de Javier Pascual, María Isabel, para que Javier, personalmente, fuera a nuestro tinelo a ofrecer la carta. Luego de unos excelentes y agradecidos pisco sour, aparecieron unas sardinas fritas –desaparecidas de nuestros comenderos hace mucho tiempo- y que él mismo se entretuvo enseñándonos a comerlas. Sabrosas e inigualables. De ahí, unas lonjas de pata negra sirvió de contrapeso para mi segundo sour, ocasión que Cristóbal, el mayor de los Quintanilla Honold, reprochó el “alcohol del Diablo” recalcándome que el vino era muchísimo mejor para la salud… Allá tú, le respondí, y si éste es un convite para celebrarme, el alcohol del diablo aun me mantiene en la tierra… y no mirando las papas por abajo, repliqué.El mismísimo Javier apareció para ofrecernos – antes del plato de fondo- su prestigioso Revuelto Pilar, un apetitoso “revuelto” que contiene huevos, camarones, papas chaucha, champiñones y ají cacho de cabra… dos porciones alcance a embuchar antes que la Jose – mi nuera mayor- me hiciera la observación de que aún faltaba el plato de fondo y el postre, por lo tanto que guardara mi gazuza para más adelante. Y no era mentira. Tras retirar las ordubres o botanas (léase amuse-bouche para los refinados) y las copas de sour, unas copas de chardonnay sirvieron como complemento ideal para manducarme un tremendo trozo de merluza austral cubierta con unos maravillosos puyes, que, según Pascual, es el plato estrella de la casa. Para este viejo sibarita, es más que una estrella: un sol, un planeta, una galaxia… menos la luna, ya que ella esta iluminando Costa Rica y el caribe y en estos momentos.¿Por qué mis hijos me fastidian tanto cuando saco de mi chaqueta de tweed un precioso Partagás que me regaló mi gran amiga luego de un celebrado viaje a Cuba?... Aún no sé si es por mi salud o por los achares que les provoca ella, pero igual, un solícito mozo llegó, con fósforos en mano – y no encendedor ya que ello es una incongruencia para un verdadero fumador de tabaco - y solícito prendió mi cigarro. Una vez encendido, la mitad de la parentela me consultó si –por casualidad- mi chaqueta escondía otro Partagás para ellos…Cómo no terminar una cena de esta magnitud sin probar la natilla que elabora Pascual en surefectorio. Acompañado con una buena copa de brandy español, la celebración llegó a su fin cerca de la medianoche. De ahí, el menor de los Quintanilla, Joaquincito, fue el que se encargó de endilgarme a mi querida República de Ñuñoa, ocasión que no desperdició para tratar de comprarme (por diez luquitas) un Partagás legítimo de la Isla. Me dio como un no se qué y le regalé los dos últimos de la caja… se fue feliz y yo, ya en mis aposentos abrí una cajita que tenía guardada en mi caja fuerte, saque uno, lo prendí y junto a un delicioso Famous Grouse, obsequio de Mauricio Fredes y Rodrigo Luco, los dueños de La Vinoteca, pensaba lo agradable que era pasar el 31 de agosto y comenzar septiembre con nuevos bríos y ojalá sin bastón, el que me evita los desagradables dolores de huesos invernales que sufre este sibarita (y dedicado) tripero. (Exequiel Quintanilla)
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